Hubo un antes y un después en el Nissan Juke, el SUV que revolucionó el crossover urbano con la misma audacia que logró el Qashqai en entre los compactos. Fueron otros tiempos de gloria cuando en 2010 se lanzó al mercado con un dinámico aspecto y una muy buena ejecución de chasis, consiguiendo atraer miradas y clientes como como para convertirse en un SUV revelación.
Luego vinieron las complicaciones, nuevos rivales y tal vez motorizaciones adelantadas a su época que hicieron que el Nissan Juke, incluso gozando de la misma personalidad de siempre, dejara de tener tanto admirador. Ahora, sobre su última generación llegan los primeros cambios con lo que Nissan quiere revalorizar su crossover urbano, aunque casi todo el trabajo se concentra en el interior.
Digitalización de última generación
La verdad es que por fuera sigue siendo un auténtico Juke. Tan sólo cambian el diseño de las llantas y llegan colores de carrocería con tonos más llamativos, como el amarillo con el que se lanzará la versión Ikon de lanzamiento limitada a 300 unidades. Pero por dentro podemos hablar de un Nissan Juke prácticamente nuevo.
Lo que cambia, principalmente, es el diseño del salpicadero en la zona central, abandonado los divertidos aireadores redondeados a juego con sus “faros” delanteros a cambio de difusores de estilo más convencional, dando una nota de color mediante un marco de diferentes tonalidades que envuelven el cuadro de relojes y la pantalla multimedia. Ésta deja de tener un tamaño de 8 pulgadas y pasa a utilizar una de 12,3 pulgadas con mayor resolución y un sistema operativo más moderno, rápido y avanzado que ofrece comandos de voz por lenguaje natural o Android Auto y Apple CarPlay sin necesidad de conectar el teléfono mediante cables.
También la cámara posterior aumenta de resolución o mejora la visión periférica. Si por algo ha destacado Nissan ya en generaciones anteriores de sus coches es por equiparlos con avanzados dispositivos de seguridad y ayudas a la conducción, algo que sigue siendo moneda corriente en el Nissan Juke, un coche que puede disponer de casi los mismos asistentes de seguridad que su hermano mayor el Nissan Qashqai.
El otro cambio principal es el cuadro de instrumentación, también mediante pantalla de alta resolución y con el mismo tamaño, 12,3 pulgadas, abundantes configuraciones y estilos así como posibilidad de ordenar la información a gusto del conductor. Ahora, toda la zona central del salpicadero da más protagonismo que nunca al conductor y está orientado hacia él. Nissan conserva eficaces botones independientes para el control de una gran número de funciones principales, como la climatización.
Motores: un C y un ECO
Donde no ha habido cambios ha sido en la gama de motores, y quizás sí hubiera hecho falta una motorización de acceso tal vez no más potente, pero sí con algo más chispa. Esa versión, sin ningún tipo de electrificación, emplea un motor de 1.0 litros con tres cilindros, turbocompresor y 117 CV que el Nissan Juque puede combinar con la caja de cambios manual de 6 velocidades o la automática de doble embrague y 7 marchas.
La alternativa es un híbrido que emplea la misma tecnología que Dacia en el nuevo Sandero o Renault en su Clio, por ejemplo, destacando por la eficiencia que puede conseguir en uso urbano. Tiene 143 CV, destaca lo “eléctrico” que puede resultar este híbrido conduciendo en ciudad y lo competente a nivel prestacional y eficiencia en carretera. Al igual que en el caso de la carrocería, habitabilidad o capacidad de maletero, Nissan no ha anunciado cambios en el chasis, algo que, precisamente, poca falta le hace al Nissan Juke que cede el testigo a esta actualización. A ver si, gracias a ella, el Juke puede volver a cosechar el éxito que tuvo desde su primer lanzamiento hasta, más o menos, el año 2019, el primero en el que empezó a resentirse tras la llegada de nuevos competidores a la categoría.