Ha saboreado las mieles de ser un verdadero superventas, un SUV que, con precios de partida desde algo más de 30.000 euros en adelante, llegó a ser el líder de su categoría durante el pasado año. Y Hyundai vuelve a preparar al Tucson para poder conseguirlo, o al menos, intentarlo, porque hay rivales que no se lo van a poner nada fácil. El Toyota C-HR es uno de ellos, un modelo que llega con generación completamente nueva y gamas con versiones inéditas, aunque Hyundai sabe perfectamente cómo conquistar al usuario medio: líneas elegantes pero desenfadadas, interiores con más calidad que nunca, habitabilidad y capacidad de carga para usos familiares, conectividad mejorada y, sobre todo, una gama de motores con tecnologías de propulsión para satisfacer casi por completo cada una de las necesidades.
Es, de momento, la gran incógnita del nuevo Hyundai Tucson 2024, aunque lo más probable es que conserve casi en su totalidad la gama de motores de la actual oferta, aunque simplificará las combinaciones actualmente existentes: en este momento, hay hasta 35 posibles variantes, distinguiendo por propulsor, nivel de acabado, cajas de cambio, sistemas de tracción delantera o total, etc. Según sabemos, la intención es que se sigan manteniendo, al menos, las mismas tecnologías de propulsión.
Un interior que sube claramente de nivel.
Otros coches de diferente categoría en la marca son la clara muestra de que Hyundai ha experimentado un avance significativo en calidad y terminación. Coches como el Ioniq 5 o el más sencillo Kona de nueva generación lo han demostrado. Hacia esa nueva tendencia de diseño y ejecución gira también la renovación del nuevo Hyundai Tucson 2024. El primer salto será en calidad real y percibida gracias a mejores materiales o nuevas combinaciones de colores más elegantes, basadas en tonalidades oscuras, gris o verde. Pero lo que cambia radicalmente es el centro de operaciones. La consola central que divide los asientos delanteros se despeja en las versiones con cambio automático al dejar de estar ahí ubicada la palanca de cambios, pasando ahora a la columna de la dirección.
Hay por tanto más huecos para depositar objetos o nueva plataforma de carga por inducción. El salpicadero en sí adquiere en sí un diseño más horizontal marcado por las salidas de ventilación que lo recorren horizontalmente, estrenando a partir de ahora un centro de operaciones de nueva factura con un diseño que se estandariza ya para los modelos de más reciente factura de la marca. Cuadro de mandos y sistema multimedia, con sendas pantallas digitales de alta resolución y 12,3 pulgadas cada una se unifican dando lugar a un sistema totalmente digital y panorámico que aporta un aspecto mucho más avanzado. Hyundai, sin embargo, mantiene diferentes islas de botones para controlar la climatización o mandos que permiten acceder directamente a las diferentes funciones del sistema multimedia, siendo verdaderamente práctico e intuitivo como ya hemos tenido ocasión de probar en el nuevo Hyundai Kona.
Al no haber un cambio significativo en las dimensiones exteriores del coche, la habitabilidad va a seguir siendo el punto fuerte de este SUV, siempre con gran espacio en las plazas traseras, buena anchura y espacio de piernas para, con seguridad, poder seguir viajando cómodamente. El volumen de maletero, actualmente con capacidades que oscilan entre los 546 y los 620 litros, según versión, tampoco debería verse modificado, siendo por tanto uno de los SUV de su categoría con mejor relación entre tamaño exterior y habitabilidad interior.
Las modificaciones en la carrocería serán muy sutiles. Va a seguir conservando los típicos faros divididos en cuatro lóbulos aunque bajo una parrilla actualizada y de aspecto más moderno. Igualmente, estrenará también nuevos grupos ópticos traseros y se añadirán tonalidades inéditas a la gama, como el Fine Green Matte o el Ultimate Red Metallic, el primero con acabado sin brillo o satinado que tan de moda se están poniendo recientemente.
Potenciar los electrificados.
Lo que sí parece claro es que Hyundai no solo no va a renunciar a sus versiones híbridas o híbridas enchufables, sino potenciar el interés del cliente hacia estas versiones y, como mucho, tal vez, como hemos comentado, simplificar la oferta. Entre los híbridos, por ejemplo, es posible que dejen de ofrecerse variantes con tracción total, o se vendan solo en determinados mercados. El motor volvería a ser en este caso el 1.6 T-GDi HEV con distintivo ECO y 230 CV, una unidad de potencia que destaca por su eficiencia —entre 5,6 y 6,4 l/100 km en la actualidad de consumo medio— y magnífico nivel prestacional. En el caso de las motorizaciones híbridas enchufables esperamos mayor autonomía eléctrica, actualmente de 62 km, con la intención de acercarse a otro de sus máximos rivales, el VW Tiguan de nueva generación, cuyos PHEV ofrecen ya una centena de kilómetros en modo totalmente eléctrico.
El bloque 1.6 tanto en gasolina como en diésel debería igualmente seguir en el catálogo del modelo, en el primer caso manteniendo la versión de 150 CV, probablemente solo con microhibridación, y el segundo, las dos alternativas existentes, con 116 o 136 CV, esta última siempre con microhibridación. Lo que está claro es que Hyundai quiere seguir haciendo del Tucson un SUV global, con alternativas para todo y todos, elevando el nivel de equipamiento de las versiones de acceso pero limitando el número de definiciones posibles para así facilitar la elección al cliente. Un modelo que, sin lugar a dudas, va a seguir teniendo madera de líder.
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