Si estás al volante de un coche, es más que posible que en algún momento te encuentres con un control de la Guardia Civil y que te den el alto para realizar alguna gestión. También es posible que te soliciten que pares mientras estás circulando, mediante el uso de señales luminosas y acústicas. Normalmente, esto genera bastante nerviosismo, aunque se sepa que no se ha cometido ninguna infracción y se tienen todos los papeles en regla.
No pasa nada, así que simplemente hay que seguir las indicaciones de los agentes y dirigirse hacia el lugar que indican para detenerse. Una vez allí, hay que mantener la calma y atender a las peticiones de los agentes. Se ha de recordar que los agentes están cumpliendo con sus obligaciones y se dirigirán siempre con educación al conductor, así que no hay nada que temer.
Seguir las indicaciones, la primera obligación
El control no tiene que suponer ningún problema. Normalmente, el agente solicitará la documentación del conductor y, si es necesario, la del vehículo. Con esto, puede proceder a la identificación y saber si todo está en regla. En caso positivo, no tardará en permitir continuar con el trayecto y en pocos minutos, estará solucionado.
En el caso de un control de alocholemia, el agente puede solicitar que el conductor se someta al test de alcoholemia. Estos suelen ser unos minutos. Si el valor está por debajo del máximo permitido, no se retendrá el vehículo, así que se podrá continuar.
Si se supera el nivel máximo de alcohol permitido, se retendrá al vehículo y al cabo de unos minutos se realizará una segunda medición. Si el conductor no está de acuerdo con esta segunda lectura positiva, puede solicitar una medida en sangre, que zanjará de forma definitiva la presencia de alcohol en el organismo.
Adicionalmente, los agentes pueden solicitar una prueba de estupefacientes, que también es obligatoria y a la que el conductor no puede negarse.
Sanciones por no acatar las órdenes de la Guardia Civil
Las indicaciones de los agentes de la Guardia Civil se han de seguir de forma obligatoria. En caso de no seguir estas, se considera una infracción grave y conlleva una sanción de 200 euros y cuatro puntos del carnet. Si no se lleva encima el permiso de conducir, la multa asciende a 100 euros. La misma cantidad se ha pagar si no se lleva en el vehículo el permiso de circulación y la ficha de la Inspección Técnica.
Negarse a realizar la prueba de alcoholemia supone una pena de carcel de seis meses a un año y la privación de poder conducir un vehículo a motor de uno a cuatro años. También puede conllevar una multa de 1.000 euros y la sustracción de seis puntos del carnet.
También es importante saber que no hay que pagar la multa en el mismo momento en que se recibe, ya que esta primero ha de pasar por varios procesos administrativos. Los agentes no están autorizados a su cobro, aunque hay excepciones. Una de ellas es cuando el infractor es residente en otro país, ya que existe el riesgo de no poder cobrarlas una vez vuelva a su país de origen.