martes, 04, noviembre

El efecto del alcohol, drogas y medicamentos en la conducción

El consumo de alcohol, drogas o ciertos medicamentos continúa siendo una de las principales causas de siniestralidad vial. Cada año, miles de accidentes podrían evitarse si los conductores comprendieran cómo estas sustancias afectan sus capacidades al volante.

El alcohol: un riesgo que comienza con la primera copa

El alcohol actúa directamente sobre el sistema nervioso central, alterando la coordinación, la percepción y los reflejos. Incluso pequeñas cantidades afectan la capacidad de conducción, aunque el conductor crea que sigue controlando.

En España, los límites legales de alcoholemia son los siguientes:

  • Conductores en general: hasta 0,5 g/l en sangre o 0,25 mg/l en aire espirado.
  • Conductores profesionales y noveles (2 años del 1º permiso): hasta 0,3 g/l en sangre o 0,15 mg/l en aire espirado.
  • Conductores menores de edad: 0,0 g/l y 0,0 mg/l.

Sin embargo, la única tasa realmente segura es 0,0. Cada organismo reacciona de forma distinta al alcohol: una copa puede no parecer mucho, pero basta para reducir la atención, el campo visual y el tiempo de reacción.
Conducir con una tasa superior a 0,5 g/l multiplica por cinco el riesgo de accidente.

Drogas: efectos graves e imprevisibles

El consumo de drogas, tanto legales como ilegales, altera la percepción y la capacidad de control. Los efectos varían según la sustancia:

  • Cannabis: provoca lentitud en los reflejos y disminuye la atención.
  • Cocaína: genera euforia y exceso de confianza, seguidos de fatiga y falta de concentración.
  • Anfetaminas y éxtasis: alteran la percepción del entorno y pueden causar comportamientos impulsivos.
  • Opiáceos: reducen la capacidad de respuesta y provocan somnolencia.

Todas las drogas comparten una característica común: disminuyen la capacidad de reacción del conductor y aumentan el tiempo que tarda en responder ante un imprevisto. Esto se traduce en una conducción mucho más peligrosa, en la que cualquier segundo de retraso puede marcar la diferencia entre evitar o sufrir un accidente.

Conducir bajo el efecto de drogas multiplica hasta por diez el riesgo de accidente, sobre todo si se combina con alcohol.

Efectos combinados: un cóctel mortal

El consumo simultáneo de alcohol y drogas o de alcohol y medicamentos puede ser aún más peligroso que cada sustancia por separado. Estos efectos combinados potencian la descoordinación, la somnolencia y la pérdida de control, haciendo que el conductor subestime los riesgos y sobreestime su capacidad al volante.

Incluso dosis pequeñas de cada sustancia pueden producir un efecto multiplicador: lo que parecería una alteración leve puede convertirse en una situación crítica al conducir.

Medicamentos: el peligro silencioso

Algunos medicamentos de uso común también pueden interferir con la conducción. Antihistamínicos, ansiolíticos, relajantes musculares o antidepresivos pueden causar somnolencia, visión borrosa o lentitud mental.

Antes de conducir, es importante leer el prospecto y comprobar si el envase incluye el símbolo del triángulo rojo, que advierte de riesgo al volante. Si existe duda, lo mejor es consultar con el médico o farmacéutico.

Consecuencias legales y sanciones

Conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas no solo pone en peligro la vida, sino que también tiene graves consecuencias legales.

En el caso del alcohol, existen dos tipos de sanciones:

  1. Infracción administrativa:
    Se aplica cuando el conductor supera los límites permitidos, pero sin llegar al nivel de delito.

    • Conductores en general: entre 0,26 y 0,60 mg/l en aire espirado (equivalente a 0,5–1,2 g/l en sangre).
    • Multa económica y pérdida de 4 a 6 puntos del permiso.

  2. Delito penal (artículo 379.2 del Código Penal):
    Conducir con una tasa superior a 0,60 mg/l en aire espirado o 1,2 g/l en sangre ya se considera delito penal. También lo es si el conductor muestra síntomas evidentes de embriaguez, aunque la tasa sea menor.
    Las penas pueden ser prisión de tres a seis meses, multa de seis a doce meses o trabajos en beneficio de la comunidad de 31 a 90 días, además de la retirada del permiso de conducción de uno a cuatro años.

En resumen:

  • Si no se superan las tasas, no hay sanción.
  • Si se supera hasta 0,60 mg/l, es una infracción administrativa.
  • Si se supera 0,60 mg/l o se observan signos de embriaguez, se trata de un delito con retirada del permiso.

Negarse a realizar las pruebas de alcohol o drogas también es un delito, con penas similares a las anteriores.

Recomendaciones para una conducción segura

Para prevenir riesgos y evitar consecuencias graves, los expertos en seguridad vial recomiendan:

  1. No conducir nunca después de consumir alcohol, drogas o medicamentos con efectos secundarios.
  2. Planificar los desplazamientos: elegir un conductor designado o usar transporte público o taxis.
  3. Descansar lo suficiente antes de emprender un viaje largo.
  4. Evitar conducir si se está enfermo, cansado o bajo estrés intenso.
  5. Educar y concienciar a los jóvenes sobre los peligros reales del consumo.

Conclusión: 0,0 siempre es la mejor opción

Ninguna cantidad de alcohol, droga o medicamento que afecte al sistema nervioso es compatible con la conducción segura. Aunque existan límites legales, la única tasa segura y responsable es 0,0.

Conducir exige estar al cien por cien de nuestras capacidades. Tomar la decisión de no conducir después de beber o consumir cualquier sustancia es un acto de responsabilidad que puede salvar vidas.

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