La Dirección General de Tráfico (DGT) sigue modernizando su red de control con nuevos dispositivos más precisos y menos visibles. En los últimos años se han incorporado dos tecnologías que van más allá del típico radar fijo o móvil: los radares de tramo y los radares de ruido. Ambos comparten un objetivo común: reducir los comportamientos peligrosos y mejorar la seguridad vial.
Radares de tramo: controlan la velocidad media, no un punto exacto
A diferencia de los radares fijos, que registran la velocidad de un vehículo en un punto concreto, los radares de tramo calculan la velocidad media que un conductor mantiene entre dos puntos separados varios kilómetros.
Cada vehículo es fotografiado al entrar y al salir del tramo, y el sistema calcula el tiempo invertido en recorrerlo. Si ese tiempo indica que ha superado la velocidad media permitida, se genera la denuncia automáticamente.
Este tipo de radar evita los frenazos repentinos, ya que no sirve reducir la velocidad solo en el punto del radar. El conductor debe mantener una velocidad constante y ajustada a los límites durante todo el recorrido.
Actualmente, la DGT tiene más de 80 radares de tramo activos, especialmente en autovías, túneles y tramos con alta siniestralidad.
Radares de ruido: contra los vehículos demasiado ruidosos
Los radares de ruido son un sistema aún poco conocido en España, pero ya se están probando en varias ciudades. Funcionan con micrófonos de alta sensibilidad y cámaras que captan el sonido de los vehículos en circulación.
Cuando un vehículo supera los niveles máximos de ruido permitidos, el radar identifica la matrícula y genera un aviso o sanción, dependiendo de la normativa local.
Estos dispositivos permiten detectar motos con escapes modificados o coches que circulan con el motor o el escape en mal estado. Además, ayudan a mejorar la calidad de vida en entornos urbanos, reduciendo la contaminación acústica.
Tecnología al servicio de la seguridad y la convivencia
Ambos sistemas son una muestra de cómo la tecnología se pone al servicio de la seguridad vial y del bienestar ciudadano.
Los radares de tramo fomentan una conducción más suave y constante, reduciendo el riesgo de accidente.
Los radares de ruido, por su parte, buscan un entorno urbano más habitable y menos molesto para los vecinos.
La DGT ha anunciado que seguirá ampliando estos sistemas en los próximos años, priorizando las zonas con mayor siniestralidad o quejas vecinales.
Conducir con precaución, respetar los límites de velocidad y mantener el vehículo en buen estado son las mejores formas de evitar sanciones… y contribuir a una circulación más segura para todos.